Platicando de viajes: Las Barrancas del Cobre, Parte III y última.
Creel, Pueblo no mágico
Llegamos a Creel, si digo no mágico es porque (al menos en mi perspectiva personal, y seguramente estoy en un error), un pueblo mágico es pintoresco, con detalles coloniales o arquitectura homologada y/o elementos de paisajismo que lo destaquen, en Creel hay callecitas estrechas porque el pueblo es pequeño, pero no destaca en belleza como por ejemplo San Cristóbal de las Casas en Chiapas, luce como un pueblito vaquero, lo cual está bien, pero vaya, no te decepciones cuando vayas si tu perspectiva de pueblo mágico es parecida a la mía.
Lo que hace mágico a Creel son sus alrededores, naturaleza absoluta e imponente, cerca se encuentra el lago de Arareco, de increíble belleza (¡todos los paisajes en Chihuahua lo son!), un lugar boscoso, cuyos pinos se reflejan en el agua cristalina, sólo escuchas el sonido de las hojas cuando las mueve el viento, quisieras quedarte eternamente sumergido en esa paz.

¡Pero no!, debemos movernos porque el viaje continúa, y de ahí llegamos a:

¡Pero no!, debemos movernos porque el viaje continúa, y de ahí llegamos a:
Las Barrancas del Cobre
Creo que ya utilicé todos los sinónimos de lo bonito en estas entregas, pero de verdad que en Chihuahua un lugar compite con otro en lo magnífico. Las imponentes Barrancas del Cobre, podrás ver mil fotos, escuchar igual número de comentarios sobre lo espectaculares que son, sin embargo, no existe nada para describir lo que sientes cuando estás ahí, es tan increíble que parece un sueño, la conexión del cielo y la tierra hasta llegar al infinito con tonalidades azules, verdes, doradas y grises dependiendo de lo cerca o lejos que se encuentren las montañas.
Con el aire en la cara viendo lo profundo de la montaña, en verdad sabes que existe algo más grande que todo y que todos, la naturaleza pura, infinitamente paciente, serena, viviendo cada día a la vez, necesitando nada...te deslumbra desde lo inmenso de la barrancas hasta el más pequeño insecto, te muestra lo perfecto de su creación en cada detalle.
Los recorridos por las laderas ya sea a pie o en bicicleta de montaña son una aventura, exactamente en las orillas, ya casi a punto de caer por los barrancos están situadas las casas de algunos rarámuri, vendiendo adornos típicos, manzanas y duraznos cortados de los árboles junto a sus viviendas, protegidos por los salientes de la montaña, algunos hacen de sus cuevas su hogar.
Dentro de las barrancas se encuentra el parque aventuras, el cual ofrece un conjunto de tirolesas, puentes colgantes, teleférico, senderismo, paseos a caballo, rappel, escalada en roca, camping, cuatrimotos, apreciación de la naturaleza desde sus miradores, en fin, varias actividades para que de acuerdo a tu nivel de valentía te animes a probar.
¿Y por qué valentía?, porque de por si a muchas personas el riesgo o actividades que lo impliquen no les gusta, y como shio no soy una de ellas, pues ahí voy, a lanzarme de la tirolesa más larga del mundo (2,530 metros) sobre las barrancas del cobre, nada más ver hacia abajo en el mirador ya sentía cosquillitas en mi pancita, pero!, siempre es más fuerte mi adrenalina que mi miedo, así que a lanzarse.
Del cable, cuelgan unas sillitas en las que las personas encargadas de atan de los muslos y el pecho, como estás sentado, llevas los brazos y las piernas libres (lo que ya en caída te puede dar la sensación de inseguridad), para soltarte te inclinan un poco hacia abajo ya que el cable por el que viajas desciende hasta el otro punto donde te recibirá otro asistente, al inclinarte tienes a la vista todo el esplendor del abismo verde y rocoso, y de repente, ¡zas!, te sueltan, y ¡allá vas! contra el viento, (puedes alcanzar velocidades desde 80 a 135 kms/hr), abres los brazos, estiras las piernas y ganas más velocidad.
Me dí cuenta de la altura y dimensión porque miré hacia abajo y detecté un grupo de vacas, literalmente parecían hormigas, santo patrono de las alturas, me impresionó sobrevolar entre tanta majestuosidad atada a una sillita que se deslizaba por un cable.
¡Ojo!, todas las actividades que el parque ofrece, tienen costo unitario, así que cuando vayas elige las que quieras realizar con tiempo y plan de gasto en tu viaje porque no son muy económicas, por ejemplo, el salto en tirolesa (se llama Zip Rider) cuesta $ 1,000 mexicanos, ah!, pero eso si, la experiencia es única.
Al llegar a mi destino obvio que lo primero que pedí fue otra, pero se me pasó cuando recordé que eran otros mil pesos, ni hablar.
Para volver otra vez al parque realizas una caminata en ascenso de aproximadamente 800 metros por un senderito, (¡qué paisajes!, de ensueño) hasta llegar al teleférico, el cual te transporta haciendo el mismo recorrido pero en reversa, volví a ver a la vacada, comprobé que no, no eran hormigas.
El Chepe
Los viajes en tren siempre me han parecido interesantes, encantadores, románticos y llenos de aventura, recorren lugares que otros transportes no pueden, su cadencioso vaivén y su rítmico sonido pasando sobre las vías te relaja (al menos a mí), El Chepe es el cierre con broche de oro del viaje.
En las barrancas del cobre esperamos al Chepe, (así se llama el tren de pasajeros que hace el recorrido desde Chihuahua, Chihuahua a Los Mochis en Sinaloa y viceversa), la pequeña estación se encuentra saliendo de una curva de las vías del tren, por lo que no es posible verlo hasta que se encuentra prácticamente de frente, los bosques, las montañas, los ríos, las cascadas, los túneles por los que pasaríamos todo eso me lo llevaría para siempre en mi cámara.
De repente, el grave y profundo sonido de su bocina, ya está cerca, todos nos levantamos, nos asomamos emocionados a las vías, ¡ahí viene!, pero por la curva no se ve, vibran los rieles, vuelve a sonar, más fuerte, más cerca, lo tapan los árboles, no se ve, pero se escucha el chirrido de sus ruedas sobre los rieles, el sonido de la máquina, todos mirando en dirección a la curva, cámaras listas...y al fin, ahí está, enorme, cimbrando todo con su bocina ya prácticamente encima de nosotros, verde militar con líneas rojas o amarillas en los vagones y al costado grandes letras blancas que dicen simplemente: Chepe Chihuahua-Pacífico, y el símbolo de los pies que vuelan.
Se estaciona y nos acomodan en los vagones, ocupamos nuestros asientos, cierran las puertas, un jalón, un ¡ttcchhhzzzzzzz!, y nos vamos, los que íbamos de cacería de fotos rápidamente nos acomodamos en las salidas de los vagones (con mejores vistas porque no tienen cristales), unos a la derecha, otros a la izquierda...cuatro horas, de pie, turnándonos para tomar fotos porque tanto de un lado como del otro, las vistas eran maravillosas, sacábamos la cabeza y la lengua para sentir el aire, parecíamos perritos, felices.
Nunca me imaginé que en Chihuahua hubiera paisajes tan hermosos, me sentí realmente orgullosa cuando visitantes de otros países se quedaban literalmente con la boca abierta (yo también para qué me hago), fue realmente bello...literalmente se ve cuando dejamos Chihuahua y entramos a Sinaloa, atrás se quedan las montañas enormes, el nuevo paisaje no tan majestuoso, mucho calor, calor agobiante, estamos llegando a Los Mochis, casi las 7 de la noche, 32 grados de temperatura, el último día del viaje, mañana de regreso a casa.
La última noche en Los Mochis sudé lo que no había en todo el viaje, me desquité con un raspado de vainilla en la plaza (se me acaba de antojar uno por cierto), no me quería dormir, no quería el mañana, no me quería ir, pero toooodo tiene un fin y eso es lo que hace que las cosas valgan la pena vivirse.
De lo único que me puedo quejar es de no haber tenido tiempo para quedarme un poco más, pero amenazo con volver y en diciembre, donde todo el paisaje se vuelve blanco por la nieve.
Es por mucho, una de las mejores experiencias que he vivido, y está aquí, en México, si tienes una lista de cosas por hacer antes de morir, anota en primer lugar hacer este recorrido por las barrancas del cobre, jamás te arrepentirás.
Dije arriba que me llevaría las imágenes en mi cámara, pero al describirte en esta plática todo, me doy cuenta de que las llevo también en el corazón.
Le dedico estas entregas a Chihuahua, a Sinaloa y a toda la gente hermosa que conocí en éste inolvidable viaje.
Nos leemos pronto en otra plática de té y café! 😊
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