Platicando de historias de vida: Marivel, la chica que quería ser famosa.
Recién en la Ciudad de México, ocurrieron importantes eventos de protesta de grupos feministas por la violencia contra las mujeres, los cuales se vieron empañados por destrozos materiales y pintas que realizaron las manifestantes.
La gota que derramó un vaso ya muy rebasado, fue la supuesta violación de una menor de edad por cuatro policías y la torpeza con la que las autoridades han manejado el caso, que sigue en investigación.
La gravedad va mucho más allá de la Ciudad de México, mucho más allá de los indicadores de violencia en las grandes ciudades y data de mucho tiempo atrás.
En esta entrega quiero platicarles esta historia:
Marivel, "Voy a ser famosa"
Es correcto, lees bien, su nombre era Marivel, así quedó asentado en su acta de nacimiento por un error de tipeo según me dijo, y cada vez que los profesores al pasar lista le preguntaban si era correcto, ella contestaba que si, añadiendo "Y se pronuncia Marifel, por el sonido de la V", éramos amigas desde preparatoria.
"Yo voy a ser famosa, y mi nombre lo conocerá mucha gente", me decía una y otra vez cuando hablábamos de nuestros planes, le pregunté varias veces cómo quién, pensando que se refería a una figura célebre, me respondía que no sabía, pero que su mayor deseo era ser famosa y que de ella supiera mucha gente.
Los deseos que le pidas a la vida, te los cumple, las palabras son poderosas y lo que manifiestes, eso obtendrás, lo aprendí a los 20 años, lo que Marivel tanto pidió, se cumplió, pero... ¡ah!...la vida, tan misteriosa, tan incomprensible, a la vez tan justa y sencilla, entregó lo solicitado en esta dimensión, y la solicitante quizá lo vio, pero ya en otra.
Un compañero mutuo me llamó muy temprano, para decirme que Marivel había tenido un accidente, que estaba grave en el hospital; En el trayecto pensé que algo había pasado en el transporte público, aunque ella vivía en Mérida, porque ahí estudiábamos (en ese entonces con otra amiga, de nuestra casa se había mudado unos meses atrás para con ella), los fines de semana visitaba a su familia en su pueblo de origen, Hunucmá, más o menos a una hora de Mérida en transporte público.
Cuando llegué al hospital me sorprendió ver la cantidad de gente que había, su familia, amigos, prensa, todos en grupitos, llanto, hablando rápido entre ellos, asemejaba al zumbido de abejas, me recibió el amigo que me había llamado, me dijo a rajatabla "anoche atacaron a Marivel en su casa, está muy mal", creo que me dolió la cabeza, algunas cosas las recuerdo nebulosas, como si hubiera estado en un sueño.
Corrían las versiones de lo que había pasado, escuchaba una, después llegaba otra y posterior otra que desmentía a las dos anteriores, todo era confuso, pedí permiso para entrara a verla, le preguntaron a su familia, me dejaron entrar, esa imagen si la tengo muy clara en mi memoria.
Estaba completamente acostada sobre la camilla, vestida con la bata blanca del hospital, los brazos los tenía vendados desde la mano hasta casi llegar al codo, sus manos tenían tanto algodón y vendas que parecían pelotas, las vendas pasaban por entre sus dedos dejando estos a la vista, estaban hinchados, de un color rojo amoratado, negruzco en algunas partes, unas uñas casi desprendidas, su cuello estaba vendado también, como si fuera un collarín, pero solo eran vendas.
Estaba entubada y tenía muchas máquinas alrededor, los ojos entreabiertos y hacía movimientos lentos con los labios mordisqueando suavemente el tubo que le proporcionaba oxígeno, como si tuviera un mal sueño y estuviera intentando despertarse.
Me informaron que tenía un daño cerebral severo y que nunca iba a recuperarse, pregunté qué había pasado, me dijeron que alguien la había agredido, en su casa, unas horas antes, que en su ropa de dormir había restos de semen, que no había señales de agresión sexual y que lo que se presumía era que el agresor entró a la casa, se masturbó junto a ella, dormida, al querer tocarla y despertar, ella se asustó y gritó, a lo que él respondió con un ataque violento con una navaja o cuchillo, los cortes hirieron sus antebrazos, casi le amputan los dedos de las manos y le cercenan el cuello, su herida más grave, tenía una muñeca fracturada, todas eran heridas defensivas en su desesperación por cubrirse de los navajazos que le lanzó su agresor.
Era, 1993, por la violencia, el caso inmediatamente se hizo importante, en los periódicos aparecían los avances, un detenido, llegaba más gente al hospital, día y noche, estaba lleno, hacían círculos, se tomaban de las manos, cadenas de oración, encendían velas e inciensos, llegaban solidarios a mostrar su respeto y empatía, a donar sangre por alguien a quien no conocían hasta entonces, se exigía justicia y hacer todo lo que se pudiera para salvar la vida de Marivel, llegaron a Mérida desde la Ciudad de México neurólogos del Hospital General Centro Médico Nacional La Raza, yo estaba ahí, eran dos, vestidos de traje oscuro, camisa blanca y corbata, los dirigieron inmediatamente al cuarto de Marivel, salieron a los 15 minutos, demasiado rápido, me di cuenta de que ya no había nada qué hacer, y así fue.
Su familia tomó la decisión terrible de desconectarla de la respiración asistida, su hija era un vegetal, ellos de extracción humilde, no podrían contar con un espacio en su casa ni con los elementos médicos suficientes para atenderla...su joven corazón dejó de latir días después, tenía 20 años, en dos meses más hubiera terminado el cuarto semestre de la Licenciatura en Derecho.
De acuerdo a la versión del policía judicial que días después de su entierro me entrevistó, Marivel estaba durmiendo en su hamaca, en la casa de sus padres en Hunucmá, Yucatán, era domingo, 16 de mayo de 1993, de acuerdo a los vecinos, cerca de las 11 de la noche se escucharon gritos y vieron a alguien salir corriendo, después a ella tambaleándose, apretándose fuertemente el cuello con las manos, se estaba desangrando, familiares y vecinos en desesperación intentaron buscar ayuda, en la unidad médica no contaban con sangre, debían trasladarla a Mérida...ya habían pasado más de dos horas del ataque cuando llegaron a la capital del Estado, todo ese tiempo su cerebro sin sangre, sin oxígeno, le realizaron transfusiones de emergencia, prácticamente la revivieron, pero nadie pudo revertir el daño cerebral.
El policía me dijo que al detenido lo encontraron con la ropa y los zapatos ensangrentados, al igual que la navaja, él dijo que había matado a un perro que lo había querido morder, en los análisis de la sangre encontrada el tipo resultó en O+ y en el hospital se registró a Marivel un tipo de sangre A+. Nunca pude encontrar la prueba que el policía necesitaba, sé que a la persona que detuvieron lo soltaron al año. Jamás vi el expediente, menos las fotografías, se hubieran quedado en mi memoria imborrable.
Marivel era una chica humilde además de sencilla, alegre, se reía a carcajadas estridentes, hablaba hasta con las piedras, era muy inteligente, estudiosa, amable, sociable y cálida, no fumaba, no tomaba, no era viciosa, le gustaban los libros, (Gabriel García Máquez era su autor favorito), más que de la vida, vivía enamorada del amor, buscaba un amor intenso, apasionado, como el que ella era capaz de dar, se decepcionó más de una vez, pero no se desanimó.
De haber vivido creo que hubiera sido una muy buena abogada, responsable y trabajadora, hubiera sido una amorosa madre de dos hijos (la niña se llamaría Zac-Nicté o Nicté-Há y el niño no me acuerdo, la verdad, me lo dijo muchas veces, pero no se me grabó, su nombre también era de origen maya, lo había leído en un libro y le gustó) a los que hubiera exigido más abrazos de los que los niños hubieran querido darle, tendría un esposo que la querría, pero que nunca llenaría sus expectativas románticas y de aventura, no por malo, sino porque ella anhelaba atención, amor y pasión intenso todos los días...eso nadie lo puede dar, aunque quisiera...en resumen, tendría una vida normal y feliz.
Pero su sueño era ser famosa y que mucha gente conociera su nombre, la vida se lo cumplió en su muerte, su estancia en el hospital, misa de cuerpo presente, velorio y funeral fueron apoteosis, en los tres últimos, la gente no cabía en la iglesia, muchísimos nos quedamos afuera, todo el pueblo de Hunucmá estaba ahí, sus amigos, y perfectos desconocidos que ya sabían su nombre, mucha gente de Mérida que se trasladó para despedirla. Recuerdo un río de gente cuando íbamos al panteón detrás de la carroza, varios arreglos florales los llevaban en alto para que no se maltrataran entre el gentío.
Yo regresé en solitario días después, a despedirme en privado, a dejar una rosa roja en su tumba sencilla y limpia...eres famosa querida, y mucha gente conoce tu nombre.
La violencia, no puede arreglarse con violencia.
La violencia se lleva la vida no sólo de una, sino de muchas personas que comparten esa vida, tenemos que trabajar para que esto se erradique, tenemos que encontrar la raíz que genera el problema tan lacerante y que al paso del tiempo va aumentando su salvajismo, ¿por qué se agrede sexualmente y con tanta violencia a mujeres, niños y niñas? ¿qué genera esta conducta?.
Yo no puedo generalizar a que los varones sean así, porque es mentira, en mi vida hay hombres maravillosos, buenos padres, hermanos, esposos e hijos, por lo que no comparto el punto de vista donde a ellos se les condena y excluye, es caer en la misma conducta que se critica hacia la mujer.
Sin embargo, soy cercana a historias de mujeres, niños y niñas como el que cabo de platicarles, algo ahí afuera está mal y necesitamos encontrar qué es para arreglarlo, ojalá que podamos entender que para eso nos necesitamos, hombres y mujeres, empezando por respetarnos y cuidarnos mutuamente, ni misóginos ni feminazis.
Esta entrega, es dedicada a tí Marivel (con V) Lara Cahuich, a 26 años de tu muerte.
Nos leemos pronto, muy pronto en otra plática de té y café, les deseo una hermosa semana.
Comentarios
Publicar un comentario
Tu comentario enriquece nuestras platicas, gracias! :)