Platicando de lugares: Tepoztlán, Morelos
Una
de las cosas que adoro hacer es manejar, llenarle el tanque a mi coche y tomar
un rumbo fijo o no fijo me ha traído innumerables aventuras, lugares hermosos,
bellos paisajes, personas agradables, muy buena comida o a veces no tanto,
descubrimiento: sobre todo de mí misma, miedo (cuando me pierdo por horas y no
sé ni dónde estoy o cómo saldré de ahí), mucho tiempo en mi propia compañía, en
fin, todos y cada uno de los minutos y los kilómetros recorridos han sido
inolvidables e inigualables…teniendo en mi familia una parentela de mecánicos
diesel, traileros y choferes de autobuses, no parece raro en mi que haya una
relación tan estrecha con la carretera.
En
uno de esos lapsos de necesidad de satisfacer mi ansiedad de devorar
kilómetros, recordé que hace un par de meses, visité Cuernavaca atendiendo una
invitación, cuando iba en camino (mi primera vez por ahí), por la autopista, vi
una desviación que decía Cuautla-Tepoztlán, me llamó la atención porque hacía
poco que había visitado Tepotzotlán en el Estado de México; llegando a mi
destino, mi anfritrión, ante mi curiosidad, me comentó que Tepoztlán también es
un pueblo mágico pero con un toque distinto debido al misticismo que lo
caracterizaba.
A
grandes rasgos me habló de la pirámide en la cima del Tepozteco, de los
temazcales y las limpias curativas, además de la conexión entre los videntes y
el guía espiritual, una descripción atrayente sin duda, así que me prometí que
el próximo camino que tomaría sería fijo, rumbo a Tepoztlán.
Acompañada de mi inseparable cámara, mi mejor amigo (mi nissan march, como es rojo, le
digo mi hormiga) y yo nos enfilamos un domingo por la mañana rumbo a esa
desviación, tomé la autopista y a pocos kilómetros nos atrapó la neblina,
densa, misteriosa, que parecía engullirse todo al paso dejando ver sólo
pequeñas partes verdes de los árboles y el gris del asfalto, pero al fin noble
a pesar de su apariencia tan tenebrosa, abriéndose al paso, en esos momentos me
gusta abrir la ventanilla, sentir su frescura, te da la sensación de pertenecer
al cielo y que dios está cerquita, cuidándote.
La
dejamos atrás después de la curva “la pera”, tomé la desviación que en otra
ocasión sólo vi pasar y nos llevó a una carretera de doble vía (ten precaución
porque vienes de la autopista, cuatro carriles y un solo sentido), 8 kilómetros
más adelante vi el letrero, “Bienvenidos a Tepoztlán”… ya llegué.
Doblé a la izquierda en el letrero y después de un sinuoso caminito asfaltado, me
encontré con un pueblito pintoresco, cobijado por el cerro el Tepozteco el cual
se puede apreciar desde cualquier punto, sus callecitas empedradas, su olor a
incienso, las casas pequeñas, le dan un ambiente esotérico y ciertamente
místico, hay innumerables lugares de sanación, reiki, lectura de cartas,
elaboración de cartas astrales, promesas de interacción con los ángeles y la
guía de los seres de luz, me dio la impresión de un ambiente libre y hippie,
combinado con tradiciones arraigadas, un espacio donde puedes ser quien tú
quieras sin inconvenientes, la paz de una vida tranquila.
El
centro es muy pequeño, me refiero a la plaza principal, detrás de ella se
encuentra la parroquia de la natividad y su ex convento, convertido hoy en
museo, posee una singular belleza en su arquitectura y también en su vista
desde cuyo segundo piso puedes admirar el Tepozteco a plenitud. Al llegar a la
entrada principal del atrio, el cual es enorme ya que se llevaban a cabo misas
al aire libre para la población, te recibe un arco cuyas imágenes son
elaboradas con frijol, maíz, garbanzo y pequeñas piedras, una belleza artesanal.
Alrededor de la iglesia están el mercado y el bazar de artesanías, donde encuentras desde ropa, adornos, incienso, velas, discos, comida, dulces y antojitos, el clima es caluroso pero conforme cae la tarde se torna fresco, no perdí la oportunidad de comprarme un elote y pasear por el centrito. Te aconsejo que una vez que entres a Tepoztlán, te estaciones en los primeros lugares que encuentres (hay varias casa particulares que se utilizan para éste fin), de ésta forma podrás bajar caminando por la calle principal y disfrutar aún más del paseo, si no te gusta caminar, casi a las faldas del Tepozteco, se encuentra el último estacionamiento, sólo sigue la calle principal que es de doble vía y darás con él, todo está muy bien señalado así que no te perderás.
La
atracción mayor de Tepoztlán, es por supuesto subir a la pirámide que se encuentra
en la cima del Tepozteco, edificada entre los años de 1150 y 1350 d.c. dedicada
a su deidad Ometochtli-Tepoztécatl, dios del pulque. Se encuentra a 2,000 metros a nivel
del mar, así que tienes que prepararte para una caminata en subida durante unos
40-45 minutos dependiendo por supuesto de tu condición física, lleva zapatos
cómodos y agua porque durante el camino con la humedad de la vegetación y el
ejercicio sudarás bastante, toma tus precauciones porque arriba no hay
servicios sanitarios.
Ármate
con una buena cámara porque encontrarás paisajes hermosos tanto durante el
camino como por supuesto en la zona arqueológica a cuya pirámide puedes subir,
desde ahí tendrás la vista esplendorosa de Tepoztlán y gozarás de la compañía de
los coatíes, estos simpáticos malandrines que en su entorno natural ahí habitan,
por cierto está prohibido darles de comer, así que ni los provoques porque te
rodearán.
Aunque te den ganas de quedarte ahí arriba para siempre, contemplando el paisaje y sintiendo el viento suave que te refresca después del esfuerzo de la subida, ni manera, hay que bajar y volver a la realidad…(sniff!!), sé muy precavido al bajar, sobre todo en temporada de lluvias, las piedras son muy lisas y por lo mismo muy resbaladizas, un mal paso y en el mejor de los casos lo que menos te pasará será un sentón fuerte contra las piedras, ten cuidado principalmente con las personas que suben y bajan corriendo el empedrado, en algunos casos son sus mandas o bien lo hacen por deporte, sin embargo, tienen poco cuidado con su propia seguridad, así que la tuya no les importará, las rocas están sueltas y pueden provocar un accidente, déjalos pasar si no es tu intención tener un entrenamiento de subidas corriendo ese día.
Una vez abajo y dependiendo de la hora claro, lo más probable es que tengas hambre, la oferta gastronómica es muy variada y de todos los precios, tú elije, desde puestos de antojitos, comida corrida y hasta restaurantes bien establecidos, para el postre por supuesto sin faltar las famosas nieves exóticas que ahí venden, yo decidí probar una del lugar no establecido (Tepoznieves) en el tianguis y te puedo decir que fue de lo único que me arrepentí, mucho sabor a maicena y nada de la nieve que yo me esperaba, la verdad he probado mejores en los carritos de barriles aquí en el D.F., así que al menos en cuanto a nieves, si mejor cómpralas en el lugar conocido.
Fuera
de eso Tepoztlán tiene la magia de energizarte, no sé si derivado de la
naturaleza que lo envuelve o al ambiente ligero y afable, pero regresas cargado
de energía positiva, con ganas de volver, la fiesta en honor a la deidad de la
pirámide es en septiembre, el 7 y 8, así que ya tengo pretexto para visitar
nuevamente éste lindísimo lugar, si no lo conoces espero que te animes y como
yo disfrutes mucho el paseo, si ya lo conoces, estarás de acuerdo conmigo que
vale la pena regresar.
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